lunes, 24 de noviembre de 2014

Abandonar la soledad por la solidaridad


Con 20 años vistió a Sophia Loren en La Venus de la Ira y con 29, tras su trabajo más duro en el filme Nicolás y Alejandra a causa del 'mobbing' al que sus compañeros de rodaje le sometieron, por su juventud y talento, ganó el Óscar de la Academia de Hollywood. Llegó el respeto. A pesar de que esta diseñadora de vestuario asegura que en su área de trabajo «se desenvuelven sin problema tanto mujeres como hombres», Yvonne Blake también tuvo que romper, sin saberlo, el techo de cristal. Esa barrera invisible, pero real, que impide a muchas mujeres acceder a puestos de importancia dentro de organizaciones de trabajo. Sí, existe.

47 años después, tras vestir a celebridades que dan vida a jugosos personajes tras títulos como Faranheit 451, Superman o Los fantasmas de Goya, y diseñar el vestuario para cintas de François Truffaut, Milos Forman o patrios como Vicente Aranda y Gonzalo Suárez, recibe el Premio Mujer de Cine 2014. En su quinta edición, este premio concedido a mujeres relevantes en la historia cinematográfica española por abrir caminos para las de su género, no sin romper reglas, nació con el propósito de promocionar y visibilizar el trabajo de la mujer en la industria cinematográfica española. La precedieron en el premio y la acompañan hoy la montadora Carmen Frías, la realizadora Cecilia Bartolomé, y la directora y guionista Josefina Molina.


Cecilia Bartolomé, Carmen Fas, Yvonne Blake, Beatriz Isidro,
Paula Ortiz y Josefina Molina tras el encuentro Mujeres de Cine.

Este año que Mujeres de Cine se ha consolidado como un espacio de referencia y encuentro del cine español realizado por féminas, han construido una mesa redonda intergeneracional en el marco del Festival Internacional de Cine de Gijón en la que han participado las veteranas Yvonne Blake, Josefina Molina y Cecilia Bartolomé, y las «jóvenes promesas» Beatriz Isidro, figurinista, y Paula Ortiz, nominada al Goya 2012 por mejor dirección novel con «De tu ventana a la mía». Mismo año en que Molina recibía su Goya de Honor. «Las maestras» dejan ahora paso libre a nuevas generariones que «les agradecen el atajo». Pero, muy a su pesar, siguen reivindicando la condición de la mujer en el cine. Y es que algo debe de estar ocurriendo cuando solo el 8 % de las películas realizadas al año en España tiene sello femenino. Teniendo en cuenta que actualmente el acceso a la educación está a la par entre ambos sexos, algo que en la generación de Cecilia aún no se había conseguido pues «tenía que justificar en todo momento por qué estudiaba cine», las causas deben ser otras.

La economía juega un papel importante, cuando la brecha salarial (medida por la ganancia media por hora) en España alcanza un 19,3 % superior en los hombres respecto a las mujeres, lo que supone 2,54 euros por hora de diferencia a favor de ellos, según el ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. En el sector cinematográfico no es diferente, aunque no todo es negativo: «Nuestras directoras viven un momento de gran reconocimiento por parte de festivales y de la crítica», convienen las presentes. Otro punto diferencial podría ser la paridad en el hogar que, aunque cada vez está más nivelada, en su mayoría son las mujeres las que continúan al cuidado del hogar y los hijos. «Llevamos años reivindicando las guarderías de rodaje. Pero muchos productores no quieren gastar el dinero en esto», comenta Ortiz. Y reflexiona: «Entonces, cuando una mujer alcanza un puesto de dirección en cualquiera de la áreas de un rodaje suele ser a la edad de tener hijos, y se hace imposible compaginar. Lo que genera que habitualmente descarten a las mujeres para acceder a puestos de responsabilidad».

Otra de las causas de esta desigualdad entre hombre y mujer está en el imaginario colectivo. «En los años 50 y 60 las mujeres no teníamos el derecho de cometer errores» comenta Cecilia Bartolomé. «Por ejemplo», continúa Molina, «si un hombre como director cambiaba la cámara de sitio hasta que encontraba el lugar adecuado para el plano decían de él que era un perfeccionista. Si lo hacía una mujer la tildaban de inepta». «Esta situación sigue ocurriendo», lamenta Paula Ortiz. Y prosigue: «Puedes sentir a través de las preguntas de algunos directores de fotografía como examinan si tu decisión está reflexionada y tomada con coherencia». Las veteranas concluyen: «Nuestro papel en la actualidad es reinterpretar desde el punto de vista femenino una realidad que ha sido comúnmente escrita por el sexo masculino. Hay que defender nuestra visión del mundo, que es lo que han hecho los hombres desde siempre. Pero con sinceridad, si no estás perdiendo el tiempo». Ese será el camino abierto que dejará la generación de Paula y Beatriz para las que vengan...

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